Por José Woldenberg
Dos ideas me gustaría destacar del esfuerzo colectivo por construir los escenarios de los “Méxicos posibles”: a) el futuro no está escrito, será fruto de lo que hagamos o dejemos de hacer y b) personas de diferentes condiciones e idearios pueden, eventualmente, trabajar unidos por objetivos específicos.
En efecto, no existe ley alguna de la historia que nos condene a que en el año 2030 estemos mejor o peor. Ambas opciones son posibles y sus matices y pliegues son infinitos. El futuro se construye por acción u omisión y es el producto de lógicas y apuestas que pueden ser encontradas o colaborativas. Es precisamente porque existen razones diversas, intereses enfrentados, visiones distintas, por lo que no es sencillo vislumbrar el futuro. Pero es por ello que vale la pena preguntarse si es posible, y si somos capaces de, forjar proyectos conjuntos, benéficos para todos y no solo para una fracción de la sociedad.